Mario Roso de Luna
Nos orgullece presentar el primer libro que escribió Mario Roso de Luna, entre 1902-1903, publicado en la célebre «Revista de Extremadura» en dos tomos. Un libro dedicado a lo que él denomina «poderosas herramientas del hombre»: la intuición, el ensueño, la fantasía y la imaginación.Se nota por la temática del libro (el estudio de los sueños, la fantasía y la imaginación) y cómo desarrolla su contenido, que aún no había entrado en las filas de las Teosofía, pero se vislumbran su idealismo, su espiritualidad, su gran erudición e interés por lo heterodoxo. En la extensa bibliografía ya se aprecian lecturas de Flammarion, Morin, Martín Mateos, Allan-Kardec, Franz Hartman, Swedenborg, y otros, autores cercanos a la Teosofía, que seguramente despertaron su imaginación, sus ansias de aprender, pero siempre utilizando el «método científico».Es de destacar que, precisamente por su educación científica, para hacer este libro experimento sobre sí mismo, anotando todos sus sueños durante unos meses; incluso, en cierto momento, recomienda cómo hay que preparase para el sueño y cómo hay que anotarlos, siguiendo una explicita metodología.Vemos también al Roso poeta, pues deja volar al «vado» con descripciones exquisitas como esta: «Los animales nocturnos empiezan entonces las suyas y de aquellos seres que ha poco se alegraran con la aurora del nuevo día, sólo queda en pie el hombre, imagen de la Divinidad, que puede aun alzar su frente a los cielos, para admirar las sublimes tristezas del crepúsculo vespertino y extasiarse luego ante las miríadas de los soles del abismo cerúleo».También se muestra como un «vate», prediciendo: «Cuando las ciencias de observación estén más adelantadas, el ensueño será un exquisito elemento de diagnóstico, en cuantos estados hagan referencia al sistema nervioso. Las aberraciones histéricas, y la locura, como algún día demostraremos en el estudio de la mente enferma, son ensueños en plena vigilia, por perturbación de los órganos del raciocinio, o mejor aún, por pobreza de fuerza nerviosa o mala regeneración química». O lo que dice en esta afirmación sobre el futuro de la Pedagogía: «Con el progreso pedagógico, cada vez se instruye al niño y al hombre con menos molestias intelectuales y hasta el grabado se ha constituido en auxiliar tan poderoso que mueve a pensar que los libros del porvenir tendrán más grabados que renglones, para herir de más vigoroso modo a la fantasía, que es la gran educadora».Para terminar esta breve introducción de La Fantasía Humana, de Roso, agradecer a Alberto Peris por su prólogo cargado de conocimientos y devoción, y a Domènec González de la Rubia (compositor) por el anexo, centrado en el conocimiento de Don Mario sobre la Música, pues no en vano dedicó varios libros a desentrañar sus misterios, como con Wagner, mitólogo y ocultista o Beethoven Teósofo. A Domènec debemos la partitura reconstruida de la casi ininteligible que nos muestra Roso en la pág. 147 del libro, en nuestra edición.